martes, 2 de agosto de 2011

Templo del Señor de Santa Teresa, Hacienda de El Carro, Zacatecas

Una de las recompensas más gratas que sin duda he tenido recientemente fue el haberme aventurado llegar a Villa González Ortega en Zacatecas en una larga jornada brincando de un Estrella Blanca a un taxi para luego cambiar a una combi que fue la que finalmente me dejó a varias cuadras en las que, desde lo lejos, solo destacaba una cosa: el hermoso, en extremo, templo del Señor de Santa Teresa que fue la capilla de la Hacienda de El Carro.

Está mal decir que esto es una capilla, pues no lo es, sino un templo parroquial, solo que, cuando fue construido, en 1850 se levantó en donde me imagino existió la capilla original de la Hacienda, pero como eran tiempos de bonanza, el dueño, uno de los más ricos de la época, don Juan Nepomuceno de Moncada y Berrio de la Campa y Cos, tercer marqués del Jaral de Berrio y cuarto conde de San Mateo Valparaíso tuvo el capital suficiente para levantar esto que nos sorprende hoy día. Si no estás muy metido en el asunto de genealogías, te comento que estamos frente a los dos portentos de riqueza del XVIII, por un lado los Moncada y Berrio, por el otro los Campa y Cos.

Recordarás que hemos dedicado muchos artículos sobre la Hacienda del Jaral y sus propietarios, ahora la historia me empieza a ser más cuerda, recorriendo Zacatecas vemos como se fueron hilvanando los linajes en esta zona del país. El templo se llevó cinco años de construcción, para 1855 El Señor de Santa Teresa estaba ya listo.

El nombre es un tanto cuanto particular, pero si recordamos que uno de los primeros Cristos que se trajeron de la vieja España a la Nueva España fue precisamente el llamado Señor de Santa Teresa, Fue hacia 1540 que Alonso de Villaseca, acaudalado minero del Real de Santa Fe de Guanaxuato donó un Cristo, el de Ixmiquilpan-Santa Teresa... tiempo en el que aun no se descubrían las riquezas de Zacatecas.

Si bien la idea de levantar este abrumador templo fue de don Juan Nepomuceno, no fue él quién lo vio terminado, pues muere precisamente el año en que se inicia la construcción, así pues, cuando el Marqués del Jaral de Berrio vivió, fue en el tiempo en el que la Hacienda se llamaba de Nuestra Señora de los Dolores, consecuentemente, como era la tradición, la advocación mariana de la Dolorosa era la que presidía el altar mayor cuando allí existía una capilla.

Don Juan Nepomuceno de Moncada y Berrio tenía un fiel administador, fue el que le llevó primero el negocio de la Hacienda de Trancoso, adquirida en plena revolución de Independencia y luego pasó a la de Nuestra Señora de los Dolores de El Carro, nombre oficial de la propiedad, seguramente Rafael Carrera Delgado era coetáneo del Marqués del Jaral de Berrio, consecuentemente no vio finalizada la magna obra.

En esta toma del altar mayor, que me tocó visitar cuando había una ceremonia de Presentación, tradición vigente e importante, en las comunidades rurales, podremos entender mejor el concepto. Al centro, en la parte más importante, aparece el Cristo de Santa Teresa, a la izquierda vemos a Nuestra Señora de los Dolores, como balance a la derecha aparece San Juan, su sobrino... Cada que recuerdo la relación familiar de la Virgen, se me viene a la cabeza la canción aquella: "Ay Señor San Juan, sobrino de la Virgen, alejanos del mal, que no nos mortifique..."

Así pues, no fue en tiempos de don Juan Nepomuceno de Moncada y Berrio que el templo se consagró, sino en tiempos de Mariano de los Santos Guadalupe Moncada y Hurtado Mendoza (1819-1882) quien a los 36 años quizá asistió a esa Misa inaugural... me puedo imaginar el evento...

Fíjate bien en lo que hay en la parte alta de la nave, un balcón, este balcón es falso, se construyó para dar el equilibrio y la simetría tan característica de lo que es un recinto en el auge del neoclásico.

Creo sale de sobra emitir comentario alguno sobre la extraordinaria cúpula del Templo del Cristo de Santa Teresa en la Villa González Ortega... razones hay de sobra para que este recinto haya sido incluido en el catálogo del Patrimonio de la Humanidad, asociado al Camino Real de Tierra Adentro.

Ahora sí, estamos en el balcón del lado derecho, si lo vemos estando de espaldas al altar mayor; este era el palco desde el cual la familia del hacendado atendía a la misa, para ello se construyó un puente que conectaba a la Hacienda de El Carro con el Templo... ahora podremos entender por qué una de las últimas dueñas de la hacienda, La Niña Conchita, la monja María Concepción Moncada y Murguía... sigamos disfrutando de la magnificencia de este templo, sin lugar a dudas, el más hermoso que te he presentado (en lo que va de este 2011).









miércoles, 20 de julio de 2011

¡EMBAJADORES DE LA UNESCO! Juar, juar, juar






Salimos como pudimos de Noria de Ángeles y cerca se encuentra Villa González Ortega, antes Hacienda El Carro, ¿y que creen?, ya había terminado el desfi-le. Desde que uno va en la carretera sobresale del conglomerado de casas, el templo Parroquial, que era la capillita del hacendado. Dicen que tiene vista por donde la miren, ¿ustedes que opinan?

La hija le pidió una capillita pa’rezar y vean lo que le construyo el papá

VILLA GONZÁLEZ ORTEGA
También aquí habitaban los Huachichiles del subgrupo Sali-neros. Allá por los años de 1548 Don Diego de Ibarra recibió estas tierras como mer-cedes. A fines del siglo XVI se pobló con indios huachichiles, otomíes y huastecos.
En 1665 el capitán Juan Bautista de Espinola aparece como dueño de una fracción de tierras que seria el antecedente de la Hacienda del Carro; para 1698 el capitán Felipe Alfonso de Sandoval por merced real obtiene varias tierras entre ellas Noria de Ángeles y la Hacienda del Carro; en 1816 ¿quién creen que compra las Haciendas del Mayorazgo de los Condes de medina y Torres, incluida la del Carro? … adivi-naron, nada mas ni nada menos que Don Juan Nepo-muceno de Moncada y Berrio, Conde de San Mateo Valparaiso y Marqués del Jaral. En 1869 es nombra-do municipio (se separa de Noria de Ángeles), en 1916 se reparten las tierras pa’l ejido. En 1922 cam-bia de nombre a Villa González Ortega.
Han de saber que durante la independencia el dueño era el Conde de Medina y Torres conspira-dor contra la Corona Española, recibió al Cura Hidal-go en su paso pa’l norte. Esta Hacienda era el paso obligado entre San Luis Potosí y Zacatecas y vio pa-sar a Calleja, J. Jesús González Ortega, Miguel Mi-ramón, Benito Juárez, etc.
El auge de esta hacienda se debe al adminis-trador Don Rafael Carrera, durante el Porfiriato. El nombre El Carro, fue porque aquí se fabricaban.
Constatamos y no somos contestatarios, que la vista de cualquier ángulo de esta “Capilla de la Ex-Hacienda del Carro” es preciosa, construida de 1850-a 1855, por Mariano Moncada a su hija “Conchita”.

Po’s llegamos a Villa González y estaban recogiendo mesas, ollas, refrescos frente a la Presidencia Munici-pal que estaba abierta, y con mello a que nos dije-ran ¿adonde van?, fue al contrario, en el patio princi-pal de la Presidencia, que por cierto era la Casa Grande de la Hacienda, el presidente municipal y su gabinete festejaban el evento, me ve con mi camari-ta, mi sombrero de Inndy Jons y me dice desde la mesa:
-¡pasele!, ¿no quiere tomar refresco?
-Y po’s si quise, por aquello de no agraviar a los presentes. Muchas gracias esta rico el Wink.
-¿no quiere tomar fotos de la azotea?
-¿se puede?
-si hombre, súbase por esa escalera
-po’s con permiso, y me jui pa’rriba
Al ratito Yanna andaba trepado también to-mando fotos, bajamos y juimos a agradecerles.
-gracias por todo, pero nos preguntan
-¿de donde vienen?, nosotros entendimos si de alguna dependencia gubernamental o educativa.
-Venimos por nuestra cuenta, andamos visitando los lugares inscritos en la UNESCO del Camino Real de Tierra Adentro y aquí esta la capilla, ¿si saben eso?...
Po’s pudimos ver un gran signo de interrogación sobre sus cabezas, se veían de a tiro silvestres y rústicos tanto el presidente municipal como sus achichicles, pe-ro nos dicen:
-El que sabe de esas cosas es el Profe Oscar, déjenle le hablamos. ¡PROOOOOOFE!
Se apersona un monito, de apariencia mas cultivada y dice, a sus órdenes, y uno de los achichicles nos pre-senta:
-Mire profe, estos señores son embajadores de la UNESCO y andan haciendo un Camino Real.
U’ta m… pensamos, que presentación tan chi… da, ni nosotros sabíamos que éramos eso y menos que andamos construyendo ese camino. Pero a partir de allí, ya no somos unos viles jubiladitos rodando como piedras por los caminos del Señor, ya semos ¡EMBAJADORES DE LA UNESCO! Juar, juar, juar
-siguió diciendo el achichicle, dicen que nuestra capilli-ta esta muy bonita, porque no les enseña la que usted hizo chiquita.
-el profe saco un celular muy perrón y nos muestra una foto de una réplica a escala de la capillita.
-le dije seriamente al profe, no creo que sea una réplica a escala, se me hace que es la foto de la capi-lla original con fotoshop, jajajaja
Plática mas, plática menos, nos mostro la presi-dencia municipal, como han dejado caer la Casa Grande y no respetan su construcción original. Y nos llevo a ver sus capillitas a escala, que ya les mostra-mos. La capillita de villa González nos dijo que gano el primer lugar en el concurso de manos mágicas en Zacatecas hace dos años, la de Noria de Ángeles la quiere meter en este año.
Nos despedimos y agarramos carretera hacia Pánfilo Natera, y yo sacando cuentas le dije a Yanna, este maestro cuando ha estado en un puesto en la presidencia a hecho sus capillitas, o sea cuando no tiene nada que hacer, mi expresión era con un dejo de oportunismo, y Yanna me contesto sabiamente:
-mmm… pero su trabajo allí esta
-¡gulp! Trágame tierra pa’que dije eso, pero le contes-te — po’s si, eso que ni que

martes, 18 de enero de 2011

Consumismo, espectaculo y escandalo; antivalores que promueve la televisión abierta

ALONSO CHAVEZ LANDEROS

Con su barra de programación, la televisión abierta mexicana promueve valores efímeros, de consumo, espectáculo y del escándalo, pero no es crítica de la realidad social del país, advirtió Sergio Octavio Contreras Padilla, especialista en sociedad de la información. Los contenidos vinculados al espectáculo y la fama: telenovelas, caricaturas, series extranjeras y telebasura predominan en la televisión abierta y son 40 por ciento de su programación nocturna, reveló la encuesta Contenido de la TV Mexicana, realizada por el Grupo de Investigación en Comunicación (GIC) de Zacatecas, que coordina Contreras Padilla.
El investigador y analista de medios de comunicación sostuvo que la información generada por los segmentos de noticias y programas de análisis “forma parte del mismo sistema efímero del espectáculo”.
Con el apoyo de un grupo profesionales: Mónica Moreno, Dora Díaz, Edgar Lujan y Ariel Azuara, el CIG monitoreó y analizó durante ocho días, de las 7 a las 24 horas, 507 programas de los canales 5 y 2 de Televisa, y de TV Azteca el 7 y 13.
Los resultados arrojaron que 21 por ciento de la programación de los cuatro canales es destinada a caricaturas y 14.5 a telenovelas, principalmente el Canal 2 de Televisa, en el que este género alcanza 38 por ciento de la producción.
Además, en promedio, 13 por ciento de sus programas son series de entretenimiento infantiles y de adolescentes, 12.2 por cierto son segmentos de noticias y 11.4 por ciento incluye telebasura (programas de chismes, reality show y de revista), 9.1 por ciento secciones deportivas, 6.9 por ciento series para adultos, 2.4 por ciento segmentos de opinión y 1.4 por ciento son secciones musicales.
El estudio señala que 70 por ciento de la programación está centrada en entretenimiento de niños, adolescentes y adultos, público joven consumidor; y poco más de 12 por ciento son segmentos informativos.
De los programas, 39 por ciento tiene una duración de 30 minutos o más, 38 por ciento una hora, 15 por ciento más de 60 minutos o dos horas, 6 por ciento dura más de 120 minutos y 2 por ciento 15 minutos.
En los canales de Televisa, los productos audiovisuales van enfocados a un mercado de niños, adolescentes y jóvenes; mientras que el 7 y 13 de TV Azteca se centran principalmente en público joven y adulto.
Contenidos de la TV Mexicana revela que 46 por ciento de la programación es para adultos mayores de 26 años, 21 para adolescentes y jóvenes de 12 a 18 años, mientras que 15 por ciento de la barra de programas tiene como destinatarios a menores de 12 años.
Sergio Contreras sostuvo que la televisión que llega a la mayoría de los hogares mexicanos centra su entretenimiento en promover el valor del espectáculo, la fama y el ocio y su audiencia está generada por una programación que centra su atención en las clases consumidoras: adultos, jóvenes y niños.
La función de la programación televisiva abierta, aseveró, continúa utilizando como base la diversión a través del placer visual, ofreciendo los mismos segmentos de evasión del siglo pasado: telenovelas, deportes y series, con la única diferencia que las nuevas producciones se reinventan todos los días a través de la publicidad.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Y apenas empieza

CUENTA PÚBLICA VILLA GONZÁLEZ ORTEGA (782 mil 021.80 pesos)

RESPONSABILIDADES ADMINISTRATIVAS CON CARÁCTER RESARCITORIO.

> Por la falta de seguimiento y supervisión en la obra "Construcción de salón de usos múltiples, tercera etapa, colonia 10 de Noviembre", porque el piso de concreto presenta mala calidad en lo referente al acabado de 480.0 m2, arrojando un importe observado por 21 mil 600.00 pesos.

> Por no presentar evidencia documental por un importe de 5 mil pesos por los trabajos realizados por concepto de "1 Ramo Federal de Protección a Centros de Población y Mtto".

RESPONSABILIDADES RESARCITORIAS

Por la cantidad de 755 mil 421.80 relativo a:

> La cantidad de 73 mil 026.08 por no vigilar que los recursos públicos recaudados hayan sido ingresados.

> Por la cantidad de 100 mil pesos registrada en póliza de egresos por concepto de bono bimestral para los regidores.

> Por no presentar el soporte documental que respalde erogación por un monto de 6 mil 562.00.

> Por la cantidad de 10 mil 050.00 por no presentar la documentación comprobatoria.

> Por la cantidad de 10 mil 196.32 por no presentar acta de sitio firmada por el Contralor y Beneficiarios de la obra mediante la cual se haga constar el destino de aplicación de los materiales observados y no ubicados.

> Por la cantidad de 10 mil 762.01 por no comprobar el destino de aplicación de material observado y no ubicado.

> Por la cantidad de dos mil 674.27 por no presentar Acta de Sitio firmada por el Contralor y Beneficiarios de la obra.

> Por la cantidad de 56 mil 121.84 relativa a conceptos pagados y no ejecutados.

> Por la cantidad de 14 mil 408.86 por no presentar Acta de Sitio firmada por el Contralor y

Beneficiarios de obra.

> Por la cantidad de 130 mil 224.68 relativos a conceptos pagados no ejecutados en obra.

> Por la cantidad de 315 mil 373.24 relativa a conceptos faltantes en obra.

> Por la cantidad de 26 mil 022.50 por materiales pagados no aplicados.


ZACATECAS.- La 60 Legislatura impuso pliegos resarcitorios por 10 millones 268 mil 55 pesos a seis expresidentes municipales.

Y apenas empieza la revisión de cuentas, ojala no solo quede en revisión, sino que haya rezarción de daños.

viernes, 5 de noviembre de 2010

¿Cuando se jodio México?

Cuando se fue de México al concluir su misión diplomática como embajadora de Suecia, Eva Polano nos ofreció su visión lúcida, cariñosa, pero no exenta de realismo, sobre el país que dejaba; un país que aprendió a amar y que le resultaba fascinante en sus contrastes y en sus intensidades: la intensidad de sus colores, de sus sabores, de sus olores… Para una mujer sueca debió ser brutal descubrir los extremos entre indigencia y opulencia, los “niños de la calle”, la violencia delincuencial, la discriminación a los diferentes. No escapó a su mirada sensible el contraste de generosidad y egoísmo de nuestro pueblo. La misma sociedad que se volcó, sin reparar en riesgos, al rescate de sus semejantes durante los sismos de 1985, podía ser tan tacaña respecto a su prójimo. Monsiváis lo expresó bien: “El mexicano todo lo perdona, menos el éxito ajeno”.

Son muchos los males que aquejan a los mexicanos. Reconocerlos es una de las condiciones para superarlos. Estos son algunos de los más notorios:

No sabemos trabajar en equipo. Nuestros logros en el deporte, en la cultura o en la ciencia son, siempre (o casi) individuales: Lorena Ochoa en el golf, Ana Guevara en las carreras, Julio César Chávez en el box… En equipo, fracasamos.

Otro rasgo muy propio es la inmadurez. “Los mexicanos —decía la abuela de mi amiga Susana— somos como niños, jugamos hoy sin importarnos el mañana”. Vivimos de prestado, damos el tarjetazo para comprar bienes superfluos y abonamos sólo el mínimo mensual, así terminamos pagando créditos usureros y al borde de la quiebra. Y como suelen hacer los niños, transferimos nuestra responsabilidad a los demás, siempre son “los otros” los culpables de nuestros males: el gobierno, los empresarios, nuestros competidores, los españoles, los gringos…

Somos conformistas. Las frases “ya ni modo” y “ai se va”, expresan esa resignación o valemadrismo que nos lleva a justificar los excesos que se cometen desde el poder, porque sabemos, como decía el papá de los muchachos Bribiesca Sahagún, que si no aprovecharan de la posición de su madre en Los Pinos “serían pendejos”.

Otro de nuestros males es la simulación. Los estudiantes simulan aprender de maestros que simulan enseñar. Los empresarios simulan emprender; muchos de los más prósperos son, en realidad, especuladores; otros, meramente rentistas que buscan ganancias rápidas y fáciles, casi siempre al amparo del poder. En la burocracia abundan los que se justifican diciendo “dizque nos pagan, pos dizque trabajamos”.

No aprendemos de nuestros errores. Nuestro crecimiento urbano, irracional, anárquico, se explica por la ausencia de planeación. La improvisación y la corrupción han definido el ensanchamiento absurdo de poblados y ciudades, la construcción de asentamientos humanos en las márgenes de ríos que se desbordan, en las laderas de montes que se desgajan o sobre minas de arena; y después de las tragedias humanas y materiales, de la pérdida de vidas e infraestructura, vuelven a levantarse viviendas en los mismos sitios, por la irresponsabilidad de los moradores y la corrupción de las autoridades.

Naturalmente, para explicar todo esto y más, nunca han faltado argumentos políticos, sociológicos y de sicología colectiva; razones de índole material indiscutible —pobreza, marginación, explotación— o de carácter sociohistórico, como la impronta de un pasado colonial donde la víctima —una nación, un pueblo, una cultura— termina por asumir como fatalidad ineludible el vasallaje y la sumisión, “normalidad” que por momentos se ve interrumpida por convulsiones de violencia social sin consecuencias.

De lo que nadie parece hacerse cargo, en la primera década del siglo XXI, es de esa extraña lógica causa-efecto que parece justificar la indolencia, la dejadez, la corrupción, la insolidaridad que atraviesa todos los estratos sociales y cristaliza en una cultura degradante que, hoy lo sabemos, no era privativa del régimen priísta. Parafraseando la pregunta de un personaje de Mario Vargas Llosa en Conversación en la Catedral: ¿Cuándo se jodió el país? Acaso en el momento en que élites y pueblo, gobernantes y gobernados, amos y lacayos decidimos celebrar las contrahechuras de la democracia simulada, la impunidad judicial, el machismo abierto y el racismo apenas encubierto como parte de “la mexicana alegría”.
Alfonso Zárate

miércoles, 6 de octubre de 2010

Por qué no es nuestra guerra Sabina Berman

1.
“Para que la droga no llegue a tus hijos”, el presidente lanzó una guerra frontal contra el narcotráfico hace tres años y medio. Desde entonces, los mexicanos nos hemos ido convenciendo de que la guerra que nosotros necesitamos es otra: una guerra contra el crimen que nos roba, nos secuestra, nos extorsiona y nos mata.
Algo habrá alcanzado a oír o a leer de nuestro consenso el presidente, porque ha variado su discurso y, a partir de septiembre de este año, ya no se refiere a “la guerra contra el narco”, sino a “la guerra contra el crimen”, y ha solicitado que “esta sea una lucha de la sociedad entera”.
Da igual. Semántica aparte, las acciones de su guerra siguen siendo idénticas a las de antaño: acciones contra los cabecillas del narco, no contra el crimen que nos priva de nuestros patrimonios, de nuestra libertad o de nuestra vida.
Por eso la guerra del presidente sigue siendo su guerra.

2.
¿Cuál es el desacuerdo entre el presidente y la sociedad? ¿Qué se interpone entre él y nosotros y convierte la conversación pública en un diálogo entre sordos?
Bien sencillo: se interpone la realidad.
Una realidad que mejor se entiende al cifrarse. Estos son los números de la guerra que el presidente presume estar ganando, en palabras de él mismo: “En tres años y medio hemos decomisado drogas por un valor equivalente a 10 mil millones de dólares… Y en tres años y medio han caído 125 líderes y lugartenientes… y 5 mil 108 sicarios”.
Por otra parte, estos son los números de la guerra a la que los ciudadanos nos vemos sometidos. En tres años y medio de gobierno calderonista los índices de la criminalidad dirigida directamente contra los ciudadanos han permanecido casi estables, ubicándose entre 1.4 y 1.6 millones de delitos. Casi estables: luego de tres años y medio de guerra, de 28 mil muertos y de 10 billones de dólares gastados en la misma, los crímenes contra los ciudadanos han disminuido 1.5%.
Por eso, es un hecho que la guerra del presidente sigue siendo su guerra y no la nuestra.

3.
¿No son los mismos criminales los que transportan y venden la droga que aquellos que nos roban, nos extorsionan y nos secuestran a los ciudadanos? La realidad ha mostrado que no lo son.
Por usar una metáfora que suelen emplear los expertos: los cárteles son las ballenas del mar de la ilegalidad que circunda a nuestra sociedad; los pequeños peces que rodean a cada ballena son los grupos que cometen los crímenes contra los ciudadanos. Mientras las ballenas se ocupan del mucho más lucrativo transporte de las drogas hasta Estados Unidos, a veces emplean a los pequeños peces y a menudo no, y los dejan hacer sus pequeños delitos. Pero en más de una ocasión los capos han ofrecido al gobierno federal acabar con ellos a cambio de una tregua.
Recuérdense las ofertas que hicieron al gobierno en el año 2009 La Tuta, entonces líder de La Familia, en Michoacán, o Arturo Beltrán Leyva, en Morelos, o los mensajes que aparecieron en algunos ajusticiados “por rateros y secuestradores” en la Ciudad de México. Lo que este gobierno federal respondió a las ofertas de los capos fue un “no negociamos” bravío y un “no tenemos miedo” airado.
Porque nosotros sí tenemos miedo, la guerra del presidente sigue siendo su guerra.

4.
La razón por la que la guerra contra el narco la libra el Ejército es consabida. Nuestras policías están infiltradas por el crimen. No se ha dado el caso de un secuestro donde “por lo menos un policía no sea cómplice” (Isabel Wallace), y se estima que “de cada dos policías uno se encuentra coludido con el crimen” (Alejandro Gertz Manero).
Entonces, pues, el presidente lanza al recto Ejército contra el narco, que a él le obsesiona, y nos deja a los ciudadanos en manos de esos policías en los cuales ni él mismo puede confiar.
Lo cierto es que luego de ser robados, extorsionados o secuestrados, los ciudadanos no tenemos a quién acudir. Ir a denunciar los hechos a la policía es una suerte de broma macabra. Sabemos que la denuncia tiene poca oportunidad de prosperar hasta volverse una detención (se estima que sólo el 7%) y menos hasta llegar a una sentencia (se estima que sólo el 2%).
En cambio sabemos que la denuncia tiene oportunidad de convertirse en un nuevo atraco, gracias a la información que entreguemos “a la policía”, y las encuestas estiman que el 80% de los delitos no son denunciados.
Allá el presidente con su guerra épica de grandes confrontaciones entre generales y capos; acá nosotros desamparados en una tierra baldía de ley y con un doble enemigo, el “pequeño” crimen y los temibles policías.

5.
Si el presidente Calderón quiere que su guerra sea nuestra guerra, tendría que hacer algo más que cambiar las palabras de su discurso.
Tendría que, de verdad, cambiar el objetivo de la guerra: enfocar la seguridad de los ciudadanos como el nuevo objetivo.
Un objetivo cuyo criterio de éxito sería la disminución real de los crímenes contra los individuos y no la cantidad de droga asegurada o el número de capos y sicarios caídos. Y al cambiar el objetivo tendría que cambiar, en consecuencia, sus acciones.
Por ejemplo, y para empezar, limpiar las fuerzas policiacas radicalmente, lo que acaso sólo pueda lograrse supliendo a los policías con soldados, hasta que una nueva generación de policías sea entrenada y entre en funciones. Por ejemplo, multiplicar por 20 la eficacia con que la denuncia de un crimen se convierte en la captura del criminal y su sentencia justa.
Esa, una guerra contra la impunidad y por la seguridad de cada ciudadano, sería otra guerra. Y, sí, sería nuestra guerra.